Ha pasado sin darme cuenta, de súbito. Llegó el silencio del sol dolorido y esasrosas grises adornaron su tumba, adelantándose la falsa noche a celebrar su errónea victoria.
Al cielo, ahora como un florero mortecino, le cruza de lado a lado una bestia de luz, un destello brutal..., uno sólo, y un grito voraz de acémila... que amenaza repetirse...
Caen pétalos cetrinos en mis manos y, en la ventana, un golpeo transparente se empeña en asegurarme que meramente es una imprevista tormenta... Pero, no sé... Mis ojos sólo ven rosas, cientos de rosas sombrías, a las que no asusta la negrura del luto, ni les espanta la bestia que no calla mientras rompe el espacio con un latigazo de fuego,... perlándolas de brillos matizados por un efímero instante...
Rosa M. Arroyo(junio 2009)
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